jueves, 25 de octubre de 2012

Día 11 (A) | Arzúa - Santiago de Compostela


Hoy no he podido dormir demasiado bien. Tardé en conciliar el sueño quizás sabedor de que cuando pasase la noche este día me dejaría un sabor agridulce.

Me desperté a las 06:30, y no quedó más remedio que ponerme en marcha. Un simple desayuno para matar el rato hasta la hora de salida. Una última ojeada a los datos de la sucinta ruta de hoy, y es que todo ha salido lo suficientemente bien como para que esta última etapa fuera de tan solo 40 km. No puedo decir que la haya disfrutado, pues no lo he hecho. No me ha gustado llegar a Santiago, no quería estar allí, todavía no...

Irremediablemente tenía que avanzar, la aventura da sus últimos coletazos y esta etapa era uno de ellos. Atravesé montañas y pueblos, descensos y ascensos. Estaba fresco pero todos estos kilómetros que ya llevaba de días anteriores hacían mella, y desniveles que los días pasados podía superar fácilmente hoy me costaban más. Quizás era el cansancio o quizás era la sensación de pena que me invadía.

40, 39, 38, 35, 30... Iba acordándome al final, y en mi cabeza daban vueltas cientos de ideas que me hacían más humano y vulnerable de lo que nunca he sido... ¿Por qué estaba avanzando? ¿Por qué hacía el Camino y por qué había llegado hasta allí? ¿Por qué quería ir a Muxía y a Finisterre? Cuantas lágrimas cayeron esta mañana por mi cara mientras pedaleaba..., y cuando toda esa espiral de cuestiones se arremolinaba en mi cabeza, al fondo de una gran recta, en la lejanía, apareció un arcoiris... Me vine abajo, tuve que parar. Yo sabía por qué hacía este viaje, por qué quería llegar al final, y él también sabe por qué lo hago...

Ascendía el Monte del Gozo y luego me dejé caer en Santiago. Había llegado. Poco a poco callejeé hasta que me metí en la zona histórica, y allí, después de bajar unas escaleras con un estremecedor y emotivo sonido de gaita gallega de fondo, llegué a la Praza do Obradoiro. Lo había conseguido, allí estaba. Cuantas cosas se me pasaron por la cabeza en un segundo, mientras cerraba el puño y golpeaba con suavidad la bicicleta. Ella se había portado excelentemente y juntos conseguimos superar algo que antaño pensábamos imposible. Ahora sí tenía un momento para la felicidad...

Más tarde me dirigí a la oficina del peregrino, y allí sellé por última vez mi credencial de peregrino. Se cerraba el círculo...

Redactaron mi Compostela, en latín, a mi nombre también traducido al latín, y al pié de la misma se podía leer "vicarie pro Isidro Rafael Garde Bordas".

Eso ha sido el mayor regalo que el Camino me ha podido dar. Va por ti. Juntos hasta el final...


- PERFIL DE LA RUTA -
| Ruta al 100% - Trackeo completo |

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Otro bonito sendero por el que avanzar.

Al final de esta recta estaba el arcoiris...

Una de mis guías durante todo este trayecto.

Tranquilidad suma.

Me encanta serpentear estos árboles por este tipo de rutas.

Entrada a Santiago al lado del aeropuerto.

Aún quedan pedaladas hasta la Catedral, ¡vamos!

El Monte do Gozo.

Ahora sí que estoy entrando en la ciudad...

... ¡y aquí estoy!

¡Aquí, aquí! ¡He llegado!

Asistí a la Misa del Peregrino. ¡Grande botafumeiro!

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