martes, 23 de octubre de 2012

Día 9 | Villafranca del Bierzo - Sarria


O Cebreiro, señor del Camino, última frontera natural que separa Galicia del mundo..., y hoy tocaba superarla.

Desde que salí de Saint Jean Pied de Port, la etapa que más me preocupaba era aquella y esta. Aquella por ser la primera y ser desconocida totalmente para mi. Esta porque después de tantos kilómetros encima no sabía si podría completarla. Pero hoy también he conseguido coronar O Cebreiro.

El día me daba la enhorabuena y muchos ánimos. Estaba despejado y fuera la temperatura era de 12 grados. Para mi eso es verano, más si lo comparo con el frío cortante que hacía en la meseta castellana. Entre eso y un buen desayuno me dispuse a partir, hoy era un gran día.

Abandoné Villafranca del Bierzo por su bello y ornamentado puente y enfilé la ruta de forma animosa, estaba feliz porque cada paisaje, cada pedazo de tierra, cada árbol olían inexcusablemente a Galicia. ¡Cuán diferentes son los castellanos del Bierzo del resto! ¡Si casi son más gallegos que yo!La ruta estaba muy bien organizada, paralelo a la nacional discurre un andadero habilitado y protegido por una extensa barrera de hormigón que permite el avance sin peligro alguno para el peregrino. Seguía avanzando y disfrutando del entorno  pueblo tras pueblo, y finalmente llegué a la zona de Las Herrerías, donde comenzaba el ascenso.

Me comí un plátano y un puñado de avellanas y empecé con el ritmo, poco a poco. El ascenso se puede hacer por camino natural o por carretera secundaria. Si vas en bici es casi obligatorio la segunda, pues de no hacerlo así el Camino te castigará obligándote a portar con ella cual sherpa. El ascenso era duro, el Sol me calentaba la espalda y curiosamente más de una vez vi pasar taxis y vehículos con cristales tintados llevando gente de donde yo venía hacia donde me quería dirigir. Lo mismo pasaba en Saint Joan Pied de Port, más de una vez vi subir al taxi para dejar a "peregrinos" salvando los kilómetros de ascenso iniciales, los más duros.

Yo seguía a la mía, y si bien he de admitir que no fui capaz de completar el ascenso sin pararme, he de decir que fueron dos o tres las ocasiones en que planté el pié en tierra. El cuerpo me lo pedía... Una vez superado el último repecho, y sin saberlo, se abrió ante mi una visión esplendorosa de mi tierra. Ya había llegado, ya estaba en mi casa, en Galicia. La sonrisa dio paso a la carcajada y la algarabía, y el desequilibrado que silbaba y cantaba durante el Camino ahora se daba la vuelta y le decía adiós a todo lo que ya atrás quedaba.

Había pasado lo más duro, era hora de saborear el aroma de aquí. Bien es cierto que a veces huele a "caca". Nosotros decimos "a campo", pero a decir verdad prefiero ese aroma que no una artificial copia de frutas silvestres encima de la estantería de mi casa, a mil kilómetros de este, mi hogar.

Comenzaba el descenso, pero como me he empeñado en hacer el Camino lo más fielmente que el instrumental (la bici), mi físico y las condiciones climatológicas me permitan, opté por lanzarme "corredoiras" abajo y disfrutar de bellos y cuasi mágicos ambientes. Sólo me sacó de esa dulze estampa una rampa que tuve que subir cargando con la bici. Allí las pasé canutas, y al final de la misma estaba emplazada una terraza de bar. Tal como vieron que un ciclista asomaba por allí en vez de por la carretera recibí aplausos y vítores. ¡Fue muy gracioso ciertamente! Esos detalles hacen del Camino algo más humano...

Allí conocí a otro ciclista, el venía por la carretera. Su nombre es Rubén, y es de Castellón. Decidimos compartir descenso y si bien él iba con gran soltura por las corredoiras, yo iba con suma cautela. La fractura de clavícula de hace meses me ha enseñado que no debo de jugar con la línea roja, y más si no tengo capacidad para afrontar ese tipo de descensos.

Más abajo decidimos parar y comer algo. Charlamos sobre nosotros  nuestras cosas, motivaciones y bueno, realmente he de decir que ha sido una grata compañía, tan grata que continuamos el descenso juntos hasta Sarria, bien por caminos, bien por asfalto.

Ha sido un día divertido, lleno de paisajes hermosos, que hacía tiempo que no veía y a los cuales añoraba enormemente. Hoy me iré a tomar algo con mi suegro y Rubén, y yo me tomaré una Estrella Galicia, porque estas cosas en casa saben mejor.

Bienvenido a Galicia David, y bienvenidos seáis todos los que me leéis pues siento como si viajárais conmigo.


- PERFIL DE LA RUTA -
| Ruta al 95% - Trackeo incompleto |


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Comentar cada una de estas imágenes sería repetirse hasta la saciedad, y las palabras no les hacen justicia. Admiradlas simplemente.

Este es Rubén mientras comemos algo.

En la cima del Cebreiro hay esta bella escultura que muestra todos los caminos de Europa que convergen en España hacia Santiago.

Un gallo de la tierra.

Gran estatua de un peregrino, cerca del Cebreiro.

Fachada del Monasterio de Samos. Por desgracia no pudimos visitarlo.

Posando para la afición.

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